República
bolivariana de Venezuela.
Ministerio
del poder popular para la educación universitaria.
Universidad
pedagógica experimental libertador.
Instituto
pedagógico de Maturín.
Maturín,
estado Monagas.
Ensayo.
La
cuestión es más que personal.
La eutanasia y distanasia en la
praxis docente.
Elaborado
por:
Bchllr.
González Mejías Eulises José.
V-20.18.844
Sección
Ética
y Docencia.
Maturín,
mayo de 2012.
Es un poco ortodoxo aplicar
conceptos tan polémicos a la praxis docente que aun así me sigue pareciendo
todo un reto, pues, hacer relacionar la eutanasia y la distanasia a la praxis
docente es algo descabellado. Sin embargo la idea es hacer contrastar estos
conceptos de una manera analógica que haga resaltar como percibimos esta acción
en la educación en una donde se ha ido matando paulatinamente el ser del
docente, eutanasia, y por otro lado donde se realiza dicha práctica en su deber
ser, distanasia, lo que hace suponer una esperanza en la práctica docente.
Antes de abordar de manera directa
el eje de este ensayo deberíamos conocer que es la eutanasia y la distanasia y
a medida que se va desarrollando este se puede ir abordando otros que guarden
relación con estos. Tenemos entonces que la eutanasia es la acción o inacción
hecha para evitar sufrimientos a personas próximas a su muerte, acelerándola ya
sea a sabiendas de la persona o sin su aprobación. Se puede considerar también
como el hecho de morir sin experimentar dolor; por otro lado está la distanasia
que es etimológicamente lo contrario de la eutanasia, y consiste en retrasar el
advenimiento de la muerte todo lo posible, por todos los medios, proporcionados
o no, aunque no haya esperanza alguna de curación y eso signifique infringir al
moribundo unos sufrimientos añadidos a los que ya padece, y que, obviamente no lograrán
esquivar la muerte inevitable, sino sólo aplazarla unas horas o unos días en
unas condiciones lamentables para el enfermo.
La nueva práctica docente, en manos
de los profesionales dedicados a la docencia, ha ido cayendo en un abismo sin
fondo la cual sugiere una pérdida del ser docente y de actuar en consecuencia
más que nada en un ambiente académico, si seguimos con esta premisa ¿a dónde
vamos a llegar? ¿Cuál será el futuro de las nuevas generaciones?; la importancia de la función docente
deriva de que tiene como meta la formación integral de las personas jóvenes
como seres individuales y sociales. El desempeño de esta tarea conforma una de
las profesiones más necesarias cuando un pueblo desea configurar una sociedad
justa, armónica y estable; y, la educación tiene por objeto lograr el máximo
desarrollo de las facultades intelectuales, físicas y emocionales de las nuevas
generaciones, y al propio tiempo permitirles adquirir los elementos esenciales
de la cultura humana. Tiene por tanto una doble dimensión, individual y social,
íntimamente entrelazadas, cuyo cultivo constituye la base de una vida
satisfactoria y enriquecedora, según los estatutos del Consejo General de
Colegios Oficiales de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en
Ciencias con sede en España.
Estamos,
pues en presencia de una aplicación de la eutanasia por parte de nosotros
mismos como docentes, o docentes en formación nos hacemos la vista gorda ante
la problemática que acarrea en oleada esta cuestión de tabú, acertadamente en
la definición de este concepto mencionaba que puede ser que el individuo pida
que le apliquen la eutanasia o puede ser sin la aprobación del mismo dadas las
condiciones pero ¿la educación nos está pidiendo a gritos una aplicación de la
eutanasia? O ¿somos nosotros mismos que la aplicamos sin consulta previa? La
respuesta reside curiosamente en nuestra propia vocación hacia la carrera.
La forma en la que aplicamos la
eutanasia consciente o inconscientemente reside en como percibimos nuestra profesión
docente entonces ¿la vemos como un empleo asalariado? ¿O como una recompensa en
mi labor formadora? los criterios son diversos puesto que cada quien tiene sus
propias convicciones aunque están no sean las que la sociedad requiera sin
embargo forman parte de la misma sociedad.
Deberíamos sin duda alguna abrir los
ojos, empezar a respirar, destaparnos los oídos, educar nuestra lengua y
lavarnos las manos para empezar a percibir la realidad con el tacto que nuestra
profesión lo amerita, bajo ningún concepto la eutanasia debe preponderar sobre
la praxis docente pues no seriamos docentes seriamos eutanasiologos por
excelencia y conllevaríamos a la sociedad al caos volveríamos a la oscuridad
del conocimiento, divagaríamos por el mundo cuan lo hace una roca en el espacio
esperando causar algún acontecimiento.
La manera más concreta en la somos
eutanasiologos en la educación lo podemos percibir al ver los resultados
negativos en la sociedad, y no es que la conducta o la forma de ser de los
individuos sea nuestra culpa solo que podemos hacer algo para cambiarlo y sin
embargo hacemos muy poco derivado de que existe un sistema que nos conlleva a
ver la praxis docente como un mero empleo asalariado, entonces ¿Cómo hacerle
frente a esa muralla que llamamos sistema que no nos permite desenvolvernos
bien? Y es que solo se trata de un principio elemental yo puedo dar más de lo
que puedo dar si me lo retribuyen bien o simplemente doy lo que aspiro que me
den de lo contrario me decepciono. Estamos a otro nivel de eutanasia entonces
donde y desde el sistema propiciamos esta práctica.
Por otro lado puede existir la raíz
de este problema en nuestras casas de formación docente en donde se le capacita
muy poco en ese ramo o porque dejamos que ingresen individuos sin idea alguna
de la vocación que lo ha convocado a nuestra morada. Entra en juego ahora otro
elemento que es la ética la cual nos dictamina que todo individuo tiene el
acceso a la educación pero ¿es realmente imperativo seguir a cabalidad esta
premisa cuando en los institutos pedagógicos y otras casas de formación docente
estamos formando pseudo-profesores eutanasiologos? ¿Esas son las personas que
merecen el titulo de docente? Bueno al fin y al cabo el título no nos hace
docente sino nuestra práctica ¿verdad?
Hasta ahora hemos visto como es que
aplicamos la eutanasia a la praxis docente en oleadas y de generación en
generación y aun así nos llenamos con un título que nos sirve de nada.
Para el caso de los que se hacen la
vista gorda se aplica el concepto de ortotanasia
que consiste en dejar morir a tiempo sin emplear medios desproporcionados y
extraordinarios. Se ha sustituido en la terminología práctica por muerte digna,
para centrar el concepto en la condición (dignidad) del enfermo terminal
y no en la voluntad de morir, apliquemos esto también de forma analógica a la
práctica docente entonces ya no seriamos eutanasiologos sino ortotanasiologos
en donde somos participe de la muerte del sentido de ser docente y no hacemos
nada no aplicamos ningún esfuerzo para salvar nuestra moral y nos embarcamos en
un bote a remos pero este no los tiene y navegamos hacia donde el mar quiera
llevarnos.
En caso contrario para
las analogías previas podemos aplicar la distanasia que en concepto es lo
contrario a la eutanasia pero igual conlleva
a la muerte del individuo solo que se busca alargarla por los medios que
sean posibles. En este sentido la praxis docente está destinada a perecer pero
que sea cuando la humanidad desaparezca de la faz de la tierra podemos
alargarle la vida hasta el día del juicio final pero en el recorrido podemos
hacerla mejor, teniendo la convicción, la vocación, el espíritu, las ganas, la
moral y una ética que nos ampare y porque no adoptando el código deontológico
de la profesión docente que no convoca a la entrega y participación intrínseca
con los factores que hacen vida en una comunidad educativa tal como lo rezan
sus estatutos en cuanto a “compromisos y deberes en relación con el alumnado, compromisos
y deberes en relación con las familias y los tutores del alumnado, compromisos
y deberes en relación con la institución educativa, compromisos y deberes en
relación con los compañeros, compromisos y deberes en relación con la profesión
y compromisos y deberes en relación con la sociedad”. Consejo General de Colegios
Oficiales de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias,
(2010).
Ya lo decía el maestro Paulo Freire Es necesario desarrollar una pedagogía de la
pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los
profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho. Mi visión de la alfabetización va más allá del
ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad
social, política y económica en la que está el alfabetizado, y entra en juego
el verdadero ser del docente que el ser pedagogo y especialmente toca a los que
nos estamos formando en institutos pedagógicos y los egresados de los mismos
que están ejerciendo la carrera.
No
existe una formula matemática que nos indique como ser para hacer pero si
tenemos la vocación encontraremos las respuesta sin necesidad de recurrir a la práctica
de la eutanasia, ortotanasia pero si de la distanasia ya que algún día hemos de
partir pero cuenta el legado, lo que dejemos; pues, la cuestión es más que
personal no soy yo nada solamente, no son los 40 jóvenes que un día tendré en
frente, ni tampoco los que tendré al pasar 10 años, la cuestión es más que
personal porque detrás de nosotros vienen muchos más y la carrera es larga y
por lo larga que es necesitamos relevo.